18 febrero, 2009

Como todos los demás.

La mujer pasea callada, con porte elegante.
Las dependientas le miran perspicaces, tienen su edad pero no su estilo. Ellas lo usan a su favor, sin pensar que riéndose de ella se ríen de su propia ignorancia, de su maldad.
La mujer llega al portal y rompe a llorar. Ha podido aguantar hasta allí. Tragando saliva mientras las dependientas le miraban.
Hoy ha perdido una batalla porque la vida le va bien y se ha cruzado con un juez poderoso que no lo soporta...llora vulgarmente como lloramos todos en la intimidad, los mocos escurriéndose por el dorso de la muñeca, las lágrimas borrando el rimmel...como todos los demás.