05 octubre, 2009

Caladeros, besos y globalización

Esta mañana entré en mi coche, encendí el motor y sonó la radio...sorprendente reflexión la que me encuentro:
"...habría que hablar de por qué los somalíes atacan los barcos..."
Claro, lo triste es que el dinero ni siquiera va para esos bolsillos roídos, si no para gentes malvadas a las que luego abrimos las puertas de par en par en Europa (las de Chanel, Dior...).
Y digo yo, ¿QUÉ HACEMOS PESCANDO TAN LEJOS DE CASA? entiendo las razones económicas, pero ¿no sería mejor restablecer un tanto el orden mundial?porque desde siempre se ha ido lejos, vale, ¿pero tanto? nos cargamos nuestros mares, nuestra anchoa y nos vamos a otros mares,a otros países a esquilmar lo suyo, y curiosamente ellos vienen a nuestros países huyendo del hambre y la miseria, ¿buscando el pescado que no llega a su tierra? ¿buscando el dinero que se llevan los compatriotas de corazón podrido? y nos echamos las manos a la cabeza "¡cuánto inmigrante!" cuanto muerto de hambre con la desgracia añadida de ser un parias, de ser un refugiado político (quizá) sin derecho a un refugio mejor que un banco (de la calle, claro,a los otros ni acercarse).
Reflexionemos por un momento, imaginemos que en lugar de enviar a la armada invencible a defender lo nuestro, defendemos lo nuestro cercano, nuestros caladeros, nuestros campos, nuestras huertas , nuestros tradicionales sistemas de regadío...¿de verdad no cambiarían no tomar tomates durante todo el año a cambio del orden natural y mundial?
Lo triste, es que desde aquí, con mis reflexiones al aire, no podemos cambiar el orden mundial del G8, G20, FMI...tan horrorosamente ordenados, jerarquizados, adolecidos de humanidad.
Besos a los pescaderos tan lejos de sus casas, a sus familias asustadas.
Besos a las gentes que se mueren de hambre.
Besos...quizá es la clave, más besos y menos globalización.